La espiritualidad esclavista nos la han inculcado desde tiempos remotos.
El esclavo por generaciones acepta NORMAL ser tratado como bestia, como perro recibiendo las migas sobrantes del banquete, del festín que el amo celebra, degusta en su casona, en su palacio..., fruto del sudor de SUS muchos esclavos.
El esclavo nunca se ve como humano.., sino como bestia, como cosa a ser usada al antojo del amo.
El esclavo sumido en su esclavitud permanece toda su vida dentro del perímetro del feudo.., es su único mundo vivido, visto.
El esclavo en su vida no conoce otro mundo HUMANO para él existe, pues no se ve humano sino bestia de arreo.
El esclavo teme salir de los linderos del feudo..., allá afuera el amo le ha inculcado existen seres diabólicos que lo devorarán.
El esclavo así teme a la libertad..., se acostumbra a su encierro.., que no es capaz de ver.
El esclavo no sabe que hacer con su libertad..., si la obtuviera, si se la dieran..., pues siempre se la han mantenido oculta.
El esclavo apenas huele, siente la libertad de sus cadenas.., y sólo busca otra vez cerrar el candado que fue abierto..., el temor lo invade.
El esclavo busca imitar al amo con las baratijas, ropajes el amo le vende bien caro en sus tiendas.
El esclavo ingenuo ofrece, deja toda su vitalidad, todo su vigor para el bienestar de su amo.
El esclavo ya viejo es un estorbo, una bestia inútil, un despojo para su amo.
En la era esclavista sólo los amos eran humanos y los esclavos sólo eran bestias de arreo.
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