¡Agradécete!
Ríes porque estás vivo, sufres porque estás vivo, sientes porque estás vivo, te cuestionas porque tienes vida!
No eres la roca en medio del río a la que las aguas rozan y que permanece sin enterarse que el mar existe,
no eres el bullicioso estruendo de la ciudad que camina vertiginosamente,
no eres un bloque de hielo que se deshace por el sol.
Tú eres más.
Por eso puedes sentir.
No eres el primero en conocer la dicha, el gozo, en sentirse en comunión con el universo entero, las ganas de soñar y el ímpetu al vivir la vida,
ya otros lo han experimentado.
Tampoco creas que eres el único o el primero en sentir que su vida ha quedado suspendida, que no encuentra manera de darle rumbo.
El vacío, el sinsabor, la pérdida del sentido en tu caminar...
No, no eres el único en experimentarlo.
Y date gracias porque sientes, porque tuviste el valor de disfrutar de tu felicidad, te esforzaste y la conseguiste.
Agradécete porque el sufrimiento y el miedo no te han convertido en un ser insensible, incapaz de conmoverse, date gracias porque solo vencen o pierden aquellos valientes que lo intentan, que no permanecen con los brazos cruzados.
Sí, aunque suene extraño, si estás sufriendo agradécete también, porque de ese dolor aprenderás una lección y cuando lo hayas entendido podrás volver a intentarlo.
Date gracias porque respiras, porque eres un ser humano, porque sientes, porque todavía llevas en tu ser la esencia de ti mismo... sé tú mismo...
no importa si sufres o si ríes, date gracias por ser tú y porque siempre puedes ser mejor.
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