Cuando un caraqueño usa el Metro lo hace con la intención de trasladarse de un sitio a otro, por ejemplo de Capitolio a Sabana Grande, sin embargo no percibe que también está siendo parte de una opción de vida que toma la sociedad a la cual pertenece. Veamos.
Subir al Metro significa, aun sin ser conscientes, participar de la opción de organización social que nos impone la civilización capitalista, la megalópolis: alta concentración de habitantes, amplias zonas marginales, elevada tasa de traslados, transporte masivo, alto consumo, derroche de energía, contaminación, vida agitada, inseguridad, insalubridad, insatisfacción, desnaturalización, stress, etc.
Cuando ese caraqueño encuentra las frecuentes dificultades en el Metro, las imputa al gobierno, a la mala suerte, a la gente mal educada. Muchas causas le llegan a su cabeza agitada, pero nunca las relaciona con el colapso de la civilización, con el agotamiento de la manera de vivir que hoy domina a la humanidad. Esto sería casi un milagro de perspicacia. Ese milagro, esa comprensión, sería el inicio de la solución al problema del Metro y de fundamentales problemas que aquejan a la humanidad.
En otras palabras, el drama que hoy confrontamos es civilizatorio, es de la "civilización del hombre lobo del hombre", que con el capitalismo llega a su fase final: la humanidad la supera o perece.
No son posibles dentro del capitalismo las soluciones a los problemas que él mismo crea. Así, los problemas del transporte en estas ciudades esquizofrénicas no tienen solución, a lo más que se puede aspirar es a paliativos. Por eso son una alerta las declaraciones del presidente del Metro que atribuye los problemas de ese transporte a diferentes factores entre los que destaca "el incremento exponencial de la demanda que supera por tres la capacidad instalada."
Es cierto, el Metro, pero también otras soluciones a los problemas de las grandes ciudades como Caracas, son una demente carrera entre la demanda exponencial y las soluciones desesperadas. Así sucede con la basura, la inseguridad, los servicios
Si la sociedad no percibe esta situación, si los gobernantes continúan corriendo la arruga pensando que podrán ganar esta carrera, estarán contribuyendo al colapso, que será peor y más rápido si se ignora la situación y se estimula el crecimiento de las grandes ciudades.
Es necesario que los gobernantes acepten a la cultura capitalista como la raíz de los problemas, difundan esa causa y convenzan al resto de la sociedad de la necesidad de buscar salidas sociales, de fondo: plantear el cambio del modelo cultural y tomar medidas para construir un nuevo modelo.
Si no corregimos el rumbo de la sociedad, si no fundamos el Socialismo, la respuesta a la pregunta quo vadis Metro, será: "voy junto a la sociedad hacia el colapso".
Se concluye que la sustitución del capitalismo no es algo que pueda esperar, una opción que se tome o se deje. Se trata de un asunto de vida o muerte. Ya el planeta, la vida, el hombre, no soportan más la agresión de la humanidad capitalista.
¡Socialismo o Extinción
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