Idos los peones harapientos, mal olientes enseguida manda a perfumar el salón, a desinfectar el piso donde estuvieron parados los peones.
Los peones dopados se lo creyeron, y en su choza dicen a su mujer e hijos barrigones de lombrices: - El amo es un pan Dios.
Sí serán pendejos, no son capaces de ver su miseria, de ver la opulencia de su amo.
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