Una camada de gavilanes nace. Con entusiasmo sus padres los crían, mientras se hacen fuertes, crecen sus alas para volar a la vida, a la LIBERTAD.
En su nido al ir creciendo su plumaje, sus alas los gaviluchos juegan, sueñan, aletean, huelen la LIBERTAD, sienten las corrientes de aire que los remontaran a las alturas.
Llega el día en que sus alas llenas de plumas, crecidas los empujan, los incitan a saltar de su nido al vacío, a su medio que con los brazos amorosos, extendidos los recibir.
Uno tras otro los aguiluchos se lanzan a su medio que los espera. Aletean, extienden sus alas y una corriente fresca ascendente los acoge, los abraza, los remonta.
Los aguiluchos superan su temor y con su juvenil energía se deciden a degustar la vida, la LIBERTAD.
Uno, es atrapado por un cetrero, le corta sus alas, lo encierra en una jaula... su LIBERTAD es truncada... llora en su jaula de ORO.
06 febrero 2010
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