1. Mantén una actitud positiva.
Eliminemos todo pensamiento de tristeza, enfermedad o pesimismo.
2. Sonríe,
refleja en tu rostro el estado de ánimo que deseas mantener. La felicidad no depende de lo que sucede afuera, sino de cómo nos sentimos adentro. Dejemos de quejarnos y lamentarnos por lo que todavía no ha llegado a nuestra vida y fijemos nuestra atención en todo lo bueno, especial y maravilloso que ocurre en ella.
3. Experimenta la paz interior.
Nada ni nadie tiene el poder de molestarnos a no ser que nosotros lo permitamos. Serena tu estilo de vida, bájale la velocidad a tus días, no te dejes atrapar por las preocupaciones, éstas son enemigos de la felicidad. Tomemos las cosas con calma y paciencia, pues nada es lo suficientemente grave para hacernos perder la tranquilidad y el control de nuestra vida.
4. Practica el perdón.
Olvidemos lo que pasó, el pasado ya se fue y no podemos hacer nada para cambiarlo. Llénate de amor y decide no guardar odio, rencor o resentimiento en tu corazón. Abrete a perdonar y libérate de esas ataduras que sólo traen dolor y desarmonía a tu vida. Desea que las personas que te hirieron sean felices.
5. Ama y disfruta la vida.
El propósito de nuestra vida es que seamos felices. Viniste aquí para ser feliz, no te sabotees esa posibilidad. Amate a ti mismo, ama a tu pareja, a tus hijos, a tus padres, a tus amigos, siente amor por la gente... recuerda que la vida es un regalo y disfruta cada instante y cada suceso en tu día. Siéntete agradecido por todos los regalos y las bendiciones que has recibido, compártelas con los demás.
6. Conéctate a tu mundo interior.
Con frecuencia recógete y ve hacia adentro, cierra los ojos y percibe la presencia amorosa y protectora de Dios... descansa en su presencia. Vuélvete practicante de tu verdad y trabaja para que tu vida diaria refleje tus creencias. Recuerda que nunca estás solo.
Fuente: http://maytte.com
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