Cuando era joven era más frío.
Ahora soy más sensible, palpito más con el entorno.
Joven estaba sumido en alcanzar el Bellosin, eso me hacia apatico al entorno. Era galgo persiguiendo presa inalcanzable, no miraba para los lados.
Ya maduro, ya la vida me fue enseñando a mirar, ver a mi entorno, sentirlo.
Esto me ha ampliado aún más el regocijo y querer más las cosas, pero sobre todo a vivír cada instante tal cuál se de.
Yo creía era amar, pero no es amar, es querer, el amar es como una droga... te esclaviza, te enloquece.
13 junio 2010
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