La dicha siempre la tenemos en nuestras narices... y cuan idiotas, cuan lelos la buscamos con la vista en el infinito. Tras ella corremos, más nunca la alcanzamos pues la vida no es infinita... morimos pensando nuestro espíritu la alcanzará.
Que PENDEJOS somos al no apreciar nuestra nariz, al no apreciar nuestra dicha tan cerca.
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