En una plaza de toros el público vitorea al torero.
Le grita olé, olé
cuando da verónicas al toro bravo.
Cuando se alista el torero a matar al toro,
se hace silencio sepulcral.
Sí el torero de un espadazo mata,
todos vitorean..
viva, bravo.
Sí falla,
todos lo gritan, lo buchean...
Alaban la muerte,
alaban el dolor,
alaban la tortura,
alaban el sacrificio,
alaban su sadismo.
Pero,
que fácil
es para el público
alabar o criticar
al torero
desde la tarima.
Jamás el público se ubica ser torero,
enfrentando cara a cara,
cuerpo a cuerpo
a un toro bravo..
con sus dagas afiladas
prestas a clavarse,
a matar.
Se requiere
mucho valor,
mucho coraje,
muchos cojones.
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