08 agosto 2009

GORILAS ENMASCARADOS. Por: Fernando LAMBERG

Algunos gorilas son sinceros. Presentan ante el mundo su pelaje, sus garras, su violencia, su menguado cerebro.

Otros gorilas creen que pueden disfrazarse y de ese modo burlar a los incautos.

Es una vana pretensión.

Desde lejos se reconoce a un gorila aunque vista hábitos religiosos, use gafas universitarias o se siente en un curul parlamentario.

A la hora de la verdad los disfraces vuelan.

El poder legislativo empuña códigos injustos, el poder judicial anuncia supuestos delitos y generales traidores ordenan disparar contra el pueblo.

Termina el carnaval.

Caen las máscaras.

Los medios cómplices afirman que un golpe no es un golpe.

Los gorilas a la luz o en la niebla con grandes gritos comienzan su danza cuadrúpeda.

Siempre hay empresarios que asisten a la fiesta.

Y nunca falta una bendición cardenalicia.


Los gorilas ignoran que el pueblo convierte las piedras en proyectiles, emplea el corazón como un arma y después del combate vuelven a la paz para enterrar a los gorilas con disfraz o sin disfraz.

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