¡¡¡TODO lo que nos has hecho vivir
Chávez!!!
Escuchando la Cadena Nacional de hoy domingo 30 de diciembre a las 8:01min
de la noche, lo primero que pasó por mi mente fue esa imagen que, por
primera vez vi en la televisión, de ese hombre, con uniforme, que asumía
con valentía una rebelión que representaba los malestares, la desilusión,
la desesperanza, la impotencia, la arrechera de un pueblo ante tantas
injusticias, ante tantas vejaciones, ante tanta muerte, ante la pérdida
paulatina y casi imparable de nuestra Patria por los que hoy no han hecho
otra cosa que ultrajar y ser infames ante la figura y las acciones de ese
ser humano.
Recordé casi de inmediato la algarabía, los gritos, el llanto de nuestro
pueblo ese 6 de diciembre de 1998 que colmó los alrededores de lo que era
para ese momento el llamado ateneo de caracas, esperando ver y escuchar a
quien habíamos elegido como Presidente de nuestra República.
Ese mismo pueblo que con rostros de amor, con gritos de esperanza celebró
el llamado a la constituyente, a la refundación de nuestra Patria por una
Patria nueva y que construiríamos entre todos, como realmente sucedió.
Ese pueblo que, desconcertado por la tragedia, desconcertado por la muerte
cercana, desconcertado por el dolor, vio a un ser humano que se confundía
entre ellos y daba órdenes de asistencia y ayuda, lo abrazaba protegiéndolo
como se protege a un hermano o una hermana y guiaba las actividades para
socorrer y evitar más muertes.
Ese inmenso pueblo que empezó a ver cómo se transformaba su realidad, a
través de unas primeras leyes de una habilitante que iniciaban la evolución
de nuestro País hacia un País mejor.
Ese nuestro pueblo que, con civismo y cautela, observó cómo una clase
empresarial y sindical del país llamaban a un paro patronal y con entereza
enfrentó las indolencias a las cuales fue sometido privándolo de consumir
productos y usar servicios.
Ese aguerrido pueblo que, envuelto en una mal intencionada campaña
comunicacional, casi de hacerlo llegar a la locura diaria con partes de
guerra y de odio desenfrenado, hizo orinar de miedo y correr a los que, con
gritos de gozo y con un "te queremos Pedro", despreciando su capacidad,
creyeron que le habían arrebatado su esperanza.
Ese pueblo que escuché durante horas, de día y de noche, en diferentes
calles de nuestra ciudad, reunido y formando una sola persona, con voz
entrecortada por el llanto, pero firme y recia, que sólo gritaba "queremos
ver a Chávez, queremos ver a Chávez".
Ese pueblo de mil colores y de lágrimas en sus ojos, que pegados en los
barrotes del palacio de Miraflores, miraban cómo desde el cielo, regresaba
a sus vidas el amor, la atención, la admiración.
Ese pueblo echado pa'lante que no le importó hacer fogones con la madera de
sus camas o comer hallacas con un solo tipo de carne y sin adornos, pero
aguantar las inclemencias de un sabotaje petrolero que paralizó y ocasionó
pérdidas humanas y materiales, haciéndoles morder a los dañinos de la
Patria el polvo de la derrota, para así recuperar su dignidad.
Ese pueblo entusiasta que salió a la calle convertido en puntos rojos,
defendiendo un NO que sabía representaba la vida, la vida de nuestra Patria
y nuestra propia vida, cuando sus enemigos, activaron nuestra carta magna
con la intensión de arrebatarle a través de un referéndum, lo alcanzado.
Ese pueblo que de repente empezó a escuchar y conocer la palabra Misión,
pero no misión de paz a las que estaba acostumbrado y que nunca llegaban a
dar ni siquiera la paz, sino Misiones de dignidad, Misiones de sabiduría,
Misiones de Salud, Misiones de justicia social, Misiones de igualdad,
Misiones de vida, Misiones de amor y con ellas empezó a estudiar, a
aprender a leer y escribir, a aprender a sumar, a sacar un bachillerato e
incluso ir a la universidad, a ver su salud, a mejorar la visión, a tener
dentadura, a tener alimentos para darle a sus hijos y no perrarina para
aplacar el hambre, a tener una cocina, una nevera, un televisor, incluso a
saber que podía llegar a tener una vivienda digna.
Ese pueblo que se acostumbró a que hubiese alguien responsable que,
constantemente le mostraba con hechos, con números, con gráficos, con
cifras, con abrazos los avances del país, la situación económica, las
verdades del mundo, el de dónde venimos y hacia dónde vamos; que escuchó
con atención y con mayor conciencia lo que es el capital, el imperialismo,
el capitalismo, la oligarquía y qué es la clase dominante, comprendió
cuánto daño le han ocasionado a los pueblos del mundo, conoció qué son los
medios de producción y dónde están y dónde deberían estar realmente, hizo
de lo que era letra muerta en el pasado, letra viva para darse más vida con
la ayuda de ese ser humano responsable que por fin llevaba los destinos de
la Patria.
Ese bendito pueblo que vestido de rojo comprendió que organizado, unido y
protagónico era la fórmula perfecta para cambiar por completo su realidad y
con ello alcanzar las soluciones a sus problemas como colectivo, comprendió
vistiéndose de concejos comunales que podría avanzar muchos más rápido y
comprendió que el vivir en comunas es el estado perfecto para disfrutar de
esa gota de petróleo, que ahora sí sería de todos y para todos.
Ese hermosísimo pueblo que, adquiriendo cada vez más conciencia de lo que
es y hasta donde puede llegar, se apoderó de la música, del deporte, de la
cultura, de las tradiciones, de los medios de información, de las cámaras,
de los libros, de los colores, de la naturaleza, obteniendo cada vez
más éxitos en los caminos que se propuso construir, sabiendo que con el
apoyo y la voluntad plena de quien había asignado para dirigir los destinos
de la Patria, juntos, llegarían muy lejos.
Ese pueblo que en cada oportunidad de defensa de los logros obtenidos a
través de las diferentes jornadas electorales, se multiplicó y con
dinamismo, con alegría, con certeza, con firmeza, llenando avenidas
enteras, colocó a los que consideró serían leales en salvaguardar sus
intereses, leales con un proyecto de País, leales a los cambios necesarios
para consolidar la libertad y la independencia y leales a un hombre, ese
hombre designado por el destino y por la voluntad de una gran mayoría, para
que generara todos esos cambios, para que nos permitiera vivir en una
constante Revolución.
Ese pueblo que hoy está detenido, que ha desbordado una isla, al lado de
una cama, con las manos juntas elevando plegarias, con lágrimas en los
ojos, con el corazón arrugado, pero henchido de mucho amor, esperando en
silencio que las manos benditas de quienes tratan de combatir la enfermedad
que aqueja la salud del Corazón de la Patria, de ese hombre que, desde que
apareció por primera vez, asumiendo una responsabilidad y que años después
juró ante una moribunda constitución que haría cumplir e impulsaría las
transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva
tuviera una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos, logren erradicarla
por completo y que muy pronto llegue el día en que, en ese mismo
helicóptero regrese a sus vidas y a la vida de la Patria, al hermano, al
amigo, al Camarada, al Comandante, al Presidente que decidimos y elegimos
con conciencia plena de quien es y qué hará de nuestra Venezuela, regrese
para continuar construyendo, con amor, con paz, con libertad, a ese Hombre
Nuevo, a ese Mundo Nuevo necesario ya en esta única y contaminada, como
dice siempre nuestro compañero Walter Martínez, nave espacial.
Chávez, son insuficientes a veces las palabras para describir todo lo que
nos has hecho vivir desde que apareciste en la vida de la Patria, esa
Patria que Bolívar quiso bolivariana pero que más allá de eso, sabemos que
quiso que fuera también Martíana, Zamorana, Robinsoniana, de Mariategui, de
Sandino, de Manuelita Sáenz, en fin, de amores que realmente creyeran y
valoraran al ser humano como humano por encima de todo lo demás, que
tuvieran como primera virtud la independencia y la autodeterminación de los
pueblos, que construyeran en conjunto, con sabiduría y justicia la igualdad
social, el derecho que tenemos todos a contar con oportunidades y
posibilidades; sabiendo este pueblo hermoso que, contigo al frente los
cambios, las transformaciones se darán con mayor vigor y energía, con mayor
voluntad política, pero que, si el destino nos hiciera una mala jugada, a
ti, a todos nosotros como ese pueblo que le diste la vida; tú nos has
tallado como el buen carpintero que trabaja la leña, nos has cultivado como
el buen campesino que trabaja su tierra, nos has esculpido como el buen
escultor que trabaja la roca de mármol, nos has enseñado como el buen
maestro que con libros de historia verdadera, instruye y nos muestra
quienes somos, quienes nos ayudaron a llegar hasta donde estamos y la
potencialidad que tenemos para alcanzar el éxito pleno, tan lejos como tú
siempre nos lo repites, una Gran Potencia! Segura estoy que para allá
vamos, que lo lograremos y tú estarás allí, hasta que nosotros pueblo
queramos, llevando las riendas de la Patria Grande, Libre y Soberana.
Hasta la Victoria Siempre Camarada, Vives y Vencerás!
Ilbania García
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