11 marzo 2010

El amor

El amor debería ser dicha, flama de vida siempre.


Pero la realidad es otra, no perdura en el tiempo o las personas se quedan atrapadas en la emoción inicial y no van con la evolución del amor para dar cabida a otros sentires.


Ahí uno ve entonces que las relaciones de pareja pierden su alegría para dar paso a la rutina, que a larga va cayendo como llovizna en la brasa y sí no se detiene la brasa ahoga su calor.


¿Y como se evita?. E ahí el gran problema, no es nada fácil la solución.


Las mujeres por lo general, en nuestra cultura machista, son las más afectadas, pero son también las más fuertes para sobrellevar los sinsabores.


Visto así, entonces queda vivír intenso mientras el amor flameé, procurar evitar se extinga y sí lo hace sirva de lección, y buscar motivos sublimes, sutiles que le den siempre a uno dicha, alegría..., pues uno debe seguír avanzando mientras aún aliento le quede para andar por mil caminos, que quizás mil emociones brindaran. En otras palabras evitar enrrollarse la vida y más cuando ésta es tan efímera.


VIVAMOS, no más. No vivamos de añoranzas, de lo bueno o malo que hicimos, lo que haya sido, ya fue. El camino quedó hecho, adelante nos espera un inmenso horizonte, sigamos con nuestros pasos.

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