Una persona sabia enseña más
por el ejemplo que predicando
a los demás cómo deberían ser.
Sabe que las constantes intervenciones
bloquean el proceso de las cosas.
No busca ni mucho dinero, ni mucha alabanza.
Sin embargo, halla bastante de ambas.
No arrebata éxitos porque no necesita de la fama.
Permite que los sentidos descansen y se aquieten.
Cuando se tiene tiempo para reflexionar,
se puede ver con mayor claridad
lo esencial de sí mismo y de los demás.
Tao
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