18 noviembre 2011
La felicidad nos llega de afuera, la paz nos viene de adentro. De Vicky Toledo
No quiero reducir el tema a una manera simplista de explicarlo, pero es que es realmente simple asimilarlo una vez que logramos diferenciar lo que es felicidad y lo que es paz y entonces dirigir nuestro esfuerzo en pos de lo que realmente necesitamos y deseamos.
No hay una felicidad, hay muchas felicidades, cada una es un evento provocado por agentes externos a nosotros. Cada evento feliz tiene un término de duración que puede ir desde un segundo hasta una eternidad. Ninguno de ellos depende de nosotros mismos, depende del qué, quién, dónde, cuándo, cómo, porqué y para algunos también hasta del cuánto. Si una de estas preguntas fundamentales no encuentra respuesta en un momento dado, el momento se acabó y continúa la búsqueda de otro mas que cause en el ser esa sensación de plenitud que todos conocemos. En ésta búsqueda corremos el riesgo de sufrir decepciones y desencantos. Podemos encontrar sufrimiento, dolor, lágrimas y responsabilizamos al mundo por los hechos que nos llevaron a ese estado de infelicidad.
La felicidad no la buscamos ni la encontramos dentro de nosotros mismos, la obtenemos a través de lo que percibimos del mundo que nos rodea y que provoca ese sentimiento eufórico que puede ser pasajero o eterno. No depende de nosotros sino de nuestra interacción con el mundo. Nos hace felices el amor de pareja y de los hijos, los triunfos nuestros y de aquellos que amamos, una flor, una puesta de sol, conocer un lugar con el que siempre hemos soñado, encontrar viejos amigos, un éxito profesional, una promoción en el trabajo, en fin, todos aquellos factores que vienen a nosotros como eventos fortuitos o buscados, todos llegan no salen de nosotros. Así también, podemos dar felicidad a los demás de muchas maneras, haciéndonos felices a nosotros mismos en el proceso.
La paz es otra cosa, oímos hablar de paz interna, a nivel personal yo no conozco una paz externa. La paz no se deriva de lo que pasa a nuestro alrededor, es producto de la actitud que tomamos ante la vida, en otras palabras del color del cristal con que vemos el mundo y como absorbemos y reflejamos ese color. No necesitamos un evento para sentir paz, no tenemos paz solo porque ocurra un evento feliz en nuestra vida.
La paz la construimos con conciencia, con el entendimiento de que solamente nosotros mismos somos absolutamente responsables del estado de nuestra alma. Podemos encontrarnos en medio de un conflicto de cualquier tipo pero si estamos llenos de paz auténtica, nada perturbará esa paz. La paz auténtica implica tener a Dios en el corazón y tener a Dios en el corazón implica despojarnos de sentimientos mezquinos, odios, rencores, envidias, egoísmos y todo aquello que dañe nuestra relación con el resto del planeta y a su vez procurar llenar ese mismo corazón de buenos sentimientos como el amor, sentimiento bueno por excelencia, la bondad, la empatía, la caridad y muy importante: el perdón a ti mismo y a quienes consideramos que nos han ofendido.
Vivir en paz es un proceso que requiere un cultivo constante y consciente. No pocas veces me han preguntado como he logrado la paz que tengo y siempre me quedo pensando en la respuesta. No hay fórmula, no tengo respuesta; mentiría si dijera que se claramente como llegué a este punto, creo que el haber por fin aprendido a amarme, aceptarme y reconocer mis capacidades y limitaciones fue una parte importante en mi proceso de "pacificación conmigo misma y con el mundo". Cada quien es diferente pero creo que todos tenemos algo en común, el deseo de vivir en paz lo cual no significa necesariamente vivir feliz porque la vida siempre nos está poniendo retos que debemos vencer y eso alberga preocupaciones, obligaciones, deberes y responsabilidades del día a día para con nosotros mismos y aquellos que dependen de nosotros de alguna manera.
Asumir, luchar, conseguir lo que soñamos y disfrutar el proceso. Celebrar cada pequeño triunfo, obviar cada pequeño fracaso, aunque aún estos nos dejan lecciones. Tener verdaderas prioridades y que nuestra paz sea una prioridad. Dejar el pasado en el pasado. Caminar hacia el futuro pero vivir en el presente. Lo mas importante, teniendo a Dios en el corazón, nos aseguramos que sea lo que sea que hagamos para conseguir nuestra paz, no hará daño a segundas o terceras personas. Un momento de felicidad puede perturbar nuestra paz para siempre, pero una vida de paz contribuye a una felicidad permanente.
Podemos dar felicidad a los demás pero solo nosotros mismos podemos darnos paz!
Vicky Toledo
"La paz es un estado mas alto que la felicidad" Facundo Cabral
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