28 julio 2012

Elegir la felicidad de Maytte Sepúlveda

“Eran dos discípulos que además de la amistad que los unía, tenían el mismo anhelo de trascender y llegar a la plenitud y a la iluminación. Un día decidieron dedicarse por completo a la búsqueda del bienestar, el equilibrio y la felicidad, así que su maestro los envió a vivir en las montañas, para dedicarse a una vida simple y mística. Después de haber construido su refugio, a uno de ellos se le ocurrió plantar un rosal para embellecer un poco el lugar donde vivían y poder disfrutar del maravilloso olor y el espléndido colorido de las rosas. Pero enseguida descartó la idea, pues pensó que el rosal le quitaría tiempo a sus meditaciones y reflexiones. Además, estaba el asunto del apego, aspecto tan criticado en sus creencias. Un rosal lo haría sufrir y, si algún día tenía que mudarse del lugar, perdería la felicidad. A su compañero, en cambio, le gustó la idea y plantó su propio rosal. Transcurrió el tiempo y el rosal germinó, ofreciendo en su momento primorosas y llamativas rosas. Nuestro hombre estaba feliz, contemplando y disfrutando diariamente el milagro de la naturaleza. Todo ese esplendor le servía para meditar y abrir su mente y corazón para ponerse en contacto con el Creador. Las rosas ayudaban a cultivar su sensibilidad, a desarrollar su sentido místico y a fundirse con Dios. Su compañero, arrepentido, comenzó a lamentarse por no haber plantado su rosal, y de no poder disponer de sus propias rosas. No dejaba de pensar en lo que pudo haber sido y no fue y cada vez que se abría un botón, la explosión de color y olor hacía que sintiera envidia por la obra del amigo. La infelicidad lo poseyó poco a poco y huyó amargado y frustrado para no ver el logro del otro a su lado”. Es importante aprender a disfrutar de las cosas buenas que la vida nos ofrece a cada momento, eso sí, sin dejarnos esclavizar por ellas, para evitar el sentimiento de posesión y codicia que nos produce la ignorancia. Hay momentos buenos y otros que no lo son tanto… Pero la clave para mantener el bienestar consiste en aprender a encontrar, siempre, el lado positivo y amable de cada situación, acción y persona, aprendiendo de ello y disfrutándolo cuanto sea posible. ¿Cuántas veces encendemos la TV y aparecen los noticieros mostrándonos crudamente el lado violento y agresivo de los seres humanos? Pero también podemos reconocer, con sólo mirar con un poco de detenimiento, esa parte buena, noble, solidaria y sensible que, aunque en la mayoría de los casos no es considerada noticia, también forma parte de la vida de la gente: miles de personas que se levantan temprano cada día para trabajar y brindarles una mejor calidad de vida a los suyos. La familia, los amigos, el trabajo, el paisaje, la salud, la vida... son un privilegio. Pero algunos, en lugar de alegrarse por todo lo que tienen y reciben cada día, sólo se fijan en lo que les hace falta o en lo que todavía no han conseguido, se amargan y sufren por lo que tienen otros. Son las mismas personas que se quejan y lamentan todo el día porque tienen mucho trabajo o no lo tienen, por los hijos a los que consideran una carga, por el trafico, el clima… sin comprender que de esta manera no sólo agravan su situación sino que, además, se pierden la posibilidad de reconocer los otros aspectos positivos que también tiene la situación que enfrentan y que le permitirían suavizarla para resolverla de una mejor manera. Aprendamos a ser felices, aprendamos a reconocer todo lo bueno y lo positivo que encierran las situaciones que vivimos, a creer que todo va a estar bien, a apreciar las pequeñas grandes cosas que nos ofrece la vida cotidianamente. La rutina hace que perdamos la capacidad de asombro y que sólo estemos pendientes de lo que tenemos que hacer y de lo que nos falta, preocupados y agobiados, perdiéndonos de disfrutar la vida, de esa experiencia espléndida y magnifica que pasa por nuestro lado, muchas veces sin que nos demos cuenta. La felicidad, decía un maestro que aprecio mucho, “no consiste en tener lo que se quiere sino en querer lo que se tiene.” Por eso, toma la decisión de comenzar a disfrutar del presente, dale vida a tus sueños, haz un plan para convertirlos en realidad y vive con pasión cada paso del camino que te lleve a conseguirlos, celebra tus pequeños logros, conviértete en una persona positiva, recuerda que las emociones negativas dañan tu salud, te amargan y te convierten en una persona gris. Practica el desapego y piérdele el miedo a vivir, deja que la alegría, producto de aceptarte y hacer las cosas que quieres, llene todos tus espacios internos y sonríe con amplitud y espontaneidad. Fortalece tu espíritu. A través de la oración o la meditación acércate a la Presencia de la Divinidad en tu interior y conviértete en un instrumento que suavice la vida de otras personas a tu alrededor. Fuente: http://maytte.com

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