05 enero 2012

Dar y recibir – El flujo de la vida. or Elixeres para el alma

Un texto extenso pero muy útil para pensar y poner en práctica.
Porque observando la naturaleza podemos ver y asimilar grandes verdades.
Dedicando atención a nosotros mismos aprenderemos a escuchar
a nuestro cuerpo y vivir a con plenitud.


"El universo opera por medio de un intercambio dinámico, dar y recibir son
aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, y si estamos
dispuestos a dar aquello que tanto buscamos, mantendremos la abundancia del
universo circulando en nuestra vida".
(Deepak Chopra)


El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos
los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia.
Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera
a través de la ley del dar y del recibir.
Nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante
y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar
el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular,
comienza a coagularse y a estancarse.


El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar.
"Dar y Recibir" son dos aspectos del fluir de la energía del Universo.
Esto es tan simple como la idea que debo dar lo que quiero recibir,
si deseamos alegría, démosle alegría a otros; si deseamos amor,
aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio,
aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos
riqueza,
ayudemos a otros a conseguir esa riqueza, si deseamos placer, demos placer,
en realidad, la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los
demás a conseguir lo que ellos desean.
Si impedimos la circulación de la vida, y si nuestra intención es acaparar
y aferrarnos a todo, si emitimos pensamientos negativos,
estamos impidiendo que la energía vuelva a circular en nuestra vida
y nos enfermamos. Para que todo fluya siempre hacia nosotras, debemos
mantenerla en circulación. Todo en el Universo fluye, va y viene.
Dar y recibir es el flujo constante de la afluencia, que significa
"fluir en abundancia".


Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe
ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, la felicidad
sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución
es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es
incondicional
y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud
mental debe ser
tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la
energía
que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.


Cada uno tiene un tesoro que debe estar dispuesto a compartir con el otro,
cada uno tiene características propias que debe poner al servicio del otro.
La mujer es más intuitiva, generosa, delicada, tierna, con más tacto. El
hombre es más pragmático, racional, firme. Mutuamente debemos
compenetrarnos
y complementarnos. Si sólo damos, nos vaciamos; si sólo recibimos, somos
egoístas.


El amor es dar y recibir, para mantenerse y crecer.
Si uno da sin recibir, termina dependiendo del otro.
Si uno recibe sin dar, termina dominado por el otro.


El intercambio de darse y recibir crea una relación de iguales:
precisamente
por haber dado, recibe en compensación y por haber recibido, siente deseos
de seguir dando. El amor visto así no radica en la posesión del otro sino
en
la donación de uno mismo.


Los seres humanos somos complicados por naturaleza, pues somos muy
proclives
a invertir la esencia de las cosas, y en ello, radica la causa de nuestra
infelicidad. Sin embargo, no todo esta perdido, pues afortunadamente la
infelicidad causada por una confusión de nuestra conducta en "el dar y
recibir", puede curarse, todo es cuestión de una verdadera toma de
conciencia del papel que jugamos en esta vida, y que conozcamos bien
nuestras limitaciones y nuestras capacidades y las usemos a favor de
nuestros semejantes. ¡Así de simple!


El cambio de actitud es la semilla de la felicidad, quien aprende a dar,
simultáneamente aprende el valor y la importancia de recibir. En toda
semilla está la promesa de miles de bosques, la semilla no debe ser
acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil, a través de su
acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una
manifestación material, cuanto más demos
más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando
en nuestra vida, en realidad, todo lo que tiene valor en la vida se
multiplica únicamente cuando es dado.


Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en
realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regaña-dientes,
no hay energía detrás de nuestro acto de dar. Al dar y al recibir, la
intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien
recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto,
genera
abundancia.


La mejor manera de poner a funcionar la ley del dar y recibir, de iniciar
todo el proceso de circulación, es tomando la decisión de que cada vez que
entremos en contacto con una persona, le daremos algo, no es necesario que
sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración, en
realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales, prestar
atención, dar afecto,
aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y no
cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un
buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar, esta forma de generosidad
silenciosa es muy poderosa.


Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera
que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo, cuanto más demos,
más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida
que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad para dar.


Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos
naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas las necesidades
y deseos, no nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la
potencialidad pura, las posibilidades infinitas, por consiguiente, debemos
saber que ya somos
intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque
la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la
conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría,
el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento. Si vamos en pos de
estas cosas
primero – no solamente para nosotros mismos, sino para los demás – todo lo
demás, nos llegará espontáneamente.


Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida,
aprendamos a darlas en silencio a todo el mundo todas las cosas buenas de
la vida.


"Hoy recibiré con gratitud todos los regalos que la vida me dé. Recibiré
los
obsequios de la naturaleza: la luz del sol y el canto de los pájaros.
También estaré abierta a recibir de los demás".

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