Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos
y la valentía de arriesgarnos a estar juntos,
porque de nada sirve un diente fuera de la boca,
ni un dedo fuera de la mano.
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que
recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia
o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo,
contra toda evidencia, que la condición humana
vale la pena, porque hemos sido mal hechos,
pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando
los caminos del viento, a pesar de las caídas
y las traiciones y las derrotas, porque la historia
continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós,
está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible
ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva
animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza,
nazca donde nazca y viva cuando viva,
porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.
Eduardo Galeano
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