preocuparte por el qué dirán.
Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como largas en
resultados.
Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ello altere el
metabolismo de tu vida.
Cuando sepas distinguir una sonrisa de una burla, y prefieras la
eterna lucha que la compra de la falsa victoria.
Cuando actúes por convicción y no por adulación.
Cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza y rico(a) sin perder tu
humildad.
junto al rico sin pensar que es un dios.
Cuando sepas enfrentar tus errores tan fácil y positivamente como
tus aciertos.
Cuando halles satisfacción compartiendo tu riqueza.
Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras, y tu
ausencia a quien no te aprecia.
Cuando ya no debas sufrir por conocer la felicidad y no seas capaz de
cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.
Cuando no trates de hallar las respuestas en las cosas que te rodean,
sino en Dios y en tu propia persona.
Cuando aceptes los errores, cuando no pierdas la calma, entonces y
sólo entonces, serás…
¡UN(A) TRIUNFADOR(A)!.
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