31 julio 2010

Una mano amiga

Cuando caminamos un gran sendero lleno de valles y subidas empinadas, hay un instante donde sentimos nuestro aliento, nuestras fuerzas llegan al límite de derrumbarnos, de no seguír adelante, sin darnos cuenta un amplio horizonte nos espera más allá del final de la subida.


En ese instante es cuando una mano amiga de nuestro acompañar MÁS FORTALECIDA nos alienta, nos sosiega, nos dice descansar, nos da un trago de agua, nos da su hombro para continuar, para no flaquear, para llegar a ese lugar donde el horizonte se amplia, se hace bello, se hace esplendoroso.


Esa mano amiga quizás nos acompañe el trecho suficiente para nosotros recuperarnos, una vez recuperados quizás poco a poco empieza a desprenderse para irse alejando, para irse perdiendo de la vista.


Sin esa mano amiga quizás no hubiésemos podido llegar al sitio del amplio horizonte.


Esa mano amiga cumplió su rol justo en el instante cuando sentíamos todo se nos derrumbaba.

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