Reflexión 536
¡Arriba las manos!
Gritaron los asaltantes a los pasajeros de la diligencia del Viejo Oeste detenida en el camino... apuntando con sus pistolas.
Entreguen TODO o morirán. Es un asalto.
Despavoridos los pasajeros se despojaron de todo lo que llevaban.
Una vez tomado el botín... los asaltantes alegres, contentos huían a su guarida a festejar.
La diligencia reemprendió su viaje... los pasajeros aterrados de no haber sido atravesados por un bala asesina y molestos por haber sido robados sus bienes.
Al próximo pueblo llega la diligencia, corriendo van los pasajeros al sheriff y le notifican del asalto tuvieron.
Eran los asaltantes que estaban desde hace tiempo haciendo sus fechorías a cuanta diligencia transitaba.
Los pasajeros se quejaron. Como era posible que aun no los habían apresado, hecho justicia. Son un terror.
El sheriff los oyó con paciencia. Anotó los bienes de que fueron despojados. Prometió salir con sus ayudantes a buscar a los malhechores.
Algo contentos los pasajeros salieron de la comisaría... con la esperanza que recuperarían sus bienes, se haría justicia.
Llegó la noche. En ese pueblo todo era oscuro pues en esa época solo se alumbraban con velas.
Al pasar algunas horas... el silencio en el pueblo reinaba. Todos dormían.
Sigilosos sheriff y ayudantes con sus caballos salieron del pueblo.
Un tiempo pasaron cabalgando... en la cercanía una cabaña estaba.
Se acercaron sin hacer ruido. Al llegar a la cabaña... dentro una luz de vela estaba encendida. Los asaltantes celebraban.
El sheriff y sus ayudantes... con una patada abrieron la puerta y gritaron:
- Aquí estamos para recibir nuestra parte.
Valmore Vivas
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