El guerrero de la luz a veces actúa como el agua, y fluye entre los obstáculos que encuentra.
En ciertos momentos, resistir significa ser destruido; entonces, él se adapta a las circunstancias.
Acepta sin protestar que las piedras del camino tracen su rumbo a través de las montañas.
En esto reside la fuerza del agua; jamás puede ser quebrada por un martillo, ni herida por un cuchillo.
La más poderosa espada del mundo es incapaz de dejar una cicatriz sobre su superficie.
El agua de un río se adapta al camino más factible, sin olvidar su objetivo: el mar.
Frágil en su nacimiento, lentamente va adquiriendo la fuerza de los otros ríos que encuentra.
Y a partir de un determinado momento, su poder es total.
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