30 mayo 2020

Reflexión 395

Reflexión 395

Pastar

En un prado estaba asentado un rebaño de ciervos.

Todos vivían en paz, tranquilidad, fraternidad.

Llegó la época del celo de las hembras.
El ciervo dominante tenia el privilegio de montarlas a todas. 

Ciervos machos, jóvenes despertaban su deseo sexual. Temían al Padrote.

Unos osados lo retaron. Perdieron.

En los alrededores asediaba una manada de lobos hambrientos.

Los ciervos machos, jóvenes vieron la oportunidad de deshacerse del Padrote.

Con sigilo, que no lo notara el rebaño... fueron a contactar a los lobos y contarle lo que querían.

Los lobos... sorprendidos por el acercamiento de los ciervos quedaron asombrados... se mostraron dóciles, prestos a brindar su apoyo sin pedir nada a cambio.

Los ciervos dentro de si... una alegría inmensa sintieron.

Los lobos solo pidieron les mostraran por donde entrar sin ser vistos y que los ciervos distrajeran al rebaño... buscando apartar al Padrote... que de todo lo demás ellos se encargaban: matar al Padrote, comerselo y luego se retirarían. Así los ciervos machos, jóvenes se repartirían las hembras.

Todo convenido, la noche oscura en que entrarían al rebaño.

Llegó el día, la hora. Los lobos en manada entraron al rebaño.

Los primeros en ser tragados fueron los ciervos machos, jóvenes.

Todo el rebaño fue tomado por la manada de lobos. Festín, banquete por un periodo largo de tiempo.

Valmore Vivas 

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