10 enero 2013

Discriminación. Por Merlina Meiler



Todos conocemos gente que excluye a otros por causa de su color de piel, religión, peso, tendencias sexuales, edad, nivel social, ideología política, nacionalidad, etc.

Parecería que le temen a lo diferente, a lo que no entienden, a lo que no se ajusta a sus parámetros rígidos o a su forma de imaginar el mundo que los rodea. Por eso segregan, denigran, clasifican, menosprecian, agreden.

Considero que las personas seguras de sí mismas no temen encontrar a otros que propongan nuevas ideas o que nos muestren que lo distinto también puede ser muy bueno. Yo baso esta reacción en una profunda inseguridad o incluso en la no aceptación de que alguien, por haber nacido en una familia o en un sitio que se parece muy poco al nuestro, ha tenido otras posibilidades u otra educación y es más o menos exitoso, inteligente, rico o posee determinada característica física o cultural.

Ancestralmente, la mayor discriminación ha sido en contra de las mujeres, a quienes nos estaba vedado incluso estudiar, elegir con quién casarnos o salir de la casa solas.

Aún vivimos en un mundo con bastantes prejuicios y sesgos, en el cual lo que no se encuadra dentro de ciertos estereotipos arbitrarios no siempre es bienvenido y muchas veces recibe lenguaje despectivo.

La diversidad amplía nuestros horizontes, ya que nos permite ver ángulos variados o ponernos en contacto con información que desconocemos e incluso con percepciones a las que, de otro modo, jamás nos habríamos acercado.

En lo personal, me encanta estar en contacto con gente que tal vez no tenga demasiada similitud a mí por sus tradiciones, por sus modos de pensar y ver la vida o por lo que fuera. Siento que la comunicación con ellos me enriquece sobremanera y me da la posibilidad de mejorar mi capacidad de ponerme en lugar del otro y, desde esa posición, descubrirlo, entenderlo y aceptarlo, además de volverme más compasiva, empática y receptiva.

Por eso, rechazo cualquier forma de discriminación. Sostengo firmemente la igualdad de todos los seres humanos, creados (según mi creencia) por Dios. Cualquier actitud que atente contra esto es, simplemente, aberrante y no debe tener cabida en ningún ámbito ni bajo ninguna circunstancia.


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