La vida es un camino que nos es dado para recorrer.
La distancia la define el tiempo vivamos.
Como todo camino... se recorre... paso a paso.
El tiempo lo trascurrimos día a día.
Cada día siempre es diferente, aunque la rutina... nos los muestra como iguales. No lo es, es cuestión de tener encendidos los sentidos para detectar las sutilezas de lo cambiante, no estar adormecido sino siempre conscientes.
A medida recorremos el camino... la energía la vamos agotando... nos cansamos.
A medida trascurre cada día... vamos dejando nuestra lozanía, lucidez, vitalidad, vigorosidad... simple nos vamos volviendo ancianos... vamos al fin de nuestro existir.
¿Podemos detener el deterioro?
Difícil. Lo podemos es prolongar... hasta siempre un límite.
Somos una máquina en constante funcionamiento, nunca para. Ello va desgastando, poco a poco, todo el cuerpo interior que se ve reflejado en nuestro cuerpo exterior.
La piel se va marchitando. Los sentidos se van debilitando. El cabello se va cayendo, blanqueciendo. La lucidez se va opacando. El dormitar va llegando. La energía mañanera ya no va durando mucho. Y así muchas cosas más.
El tiempo trascurre, sin prisa ni pausa, a un ritmo constante, en él vamos drenando nuestra vida dada.
Simple, dediquese a vivir pleno el tiempo le es otorgado. Es un regalo invaluable, no por siempre dado.
Valmore Vivas
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