El amo se viste pulcro, sus manos son delicadas.., y el esclavo con sus harapos rotos lo admira.., y para no ensuciarlo con su pobreza.., se acerca a él de rodillas, indefenso, sumiso.
El amo cuan si fuera un perro le lanza mendrugos.., y cuan perro.., el esclavo salta de alegria.
No es su culpa, es su inoculación espiritual desde sus ancestros.., y despertar de ese dopaje no es facil.
Valmore
12 julio 2012
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