29 septiembre 2011

Siete pasos para dominar el ego. Por Wayne Dyer

¿Es positivo el ego?.
 
¿Nos aporta algo para sentirnos felices?
Evidentemente no, las personas más egoístas
son las que más solas están.
 
Veremos entonces cómo
dominar este implacable enemigo.
He aquí siete recomendaciones para ayudarte a trascender
esas arraigadas ideas de la vanidad.
Todas ellas están destinadas a evitar que te identifiques
en una clave falsa con el ego y la vanidad.
 
1. No te sientas ofendido.
La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado.
Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte.
Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás
cada dos por tres. Es tu ego en plena acción, convenciéndote
de que el mundo no debería ser como es.
Pero puedes convertirte en degustador de la vida
y corresponderte con el Espíritu universal de la Creación.
No puedes alcanzar la fuerza de la intención sintiéndote ofendido.
Por supuesto, actúa para erradicar los horrores del mundo,
que emanan de la identificación masiva con el ego,
pero vive en paz.
Como nos recuerda el Curso de milagros:
"La paz es de Dios; quienes forman parte de Dios
no están a gusto salvo en su paz".
Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva
que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque
y a la guerra.
 
 
2. Libérate de la necesidad de ganar.
Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores.
Empeñarte en ganar es un método infalible para evitar el contacto
consciente con la intención. Por qué?
Porque, en última instancia, es imposible ganar todo el tiempo.
Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte,
más listo y con más suerte que tú, y siempre volverás
a sentirte insignificante y despreciable.
Tú no eres tus victorias. Puede que te guste la competición
y que te diviertas en un mundo en el que ganar lo es todo,
pero no tienes por qué estar allí con tus pensamientos.
No existen perdedores en un mundo en el que todos
compartimos la misma fuente de energía.
Lo más que puedes decir es que en determinado día
rendiste a cierto nivel en comparación con el nivel
de otras personas ese mismo día. Pero hoy es otro día,
y hay que tener en cuenta otros competidores
y otras circunstancias. Tú sigues siendo la presencia infinita
en un cuerpo que es un día una década mayor.
Olvídate de la necesidad de ganar no aceptando
que lo opuesto de ganar es perder.
Ese es el miedo del ego. Si tu cuerpo no rinde
para ganar ese día, sencillamente no importa, si no te identificas
exclusivamente con tu ego.
Adopta el papel de observador, mira y disfrútalo todo
sin necesitar ganar un trofeo. Vive en paz, correspóndete
con la energía de la intención e, irónicamente,
aunque apenas lo notes, en tu vida surgirán más victorias
a medida que dejes de ir tras ellas.
 
3. Libérate de la necesidad de tener razón.
El ego es fuente de conflictos y disensiones porque te empuja
a hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil,
te has desconectado de la fuerza de la intención.
El Espíritu creativo es bondadoso, cariñoso y receptivo,
y está libre de ira, resentimiento y amargura.
Olvidarse de la necesidad de tener siempre razón
en las discusiones y las relaciones es como decirle al ego:
No soy tu esclavo.
Quiero abrazar la bondad y rechazo tu necesidad de tener razón.
Aún más; voy a ofrecerle a esta persona la posibilidad
de que se sienta mejor diciéndole que tiene razón
y darle las gracias por haberme encaminado hacia la verdad.
Cuando te olvidas de la necesidad de tener razón
puedes fortalecer la conexión con la fuerza de la intención,
pero ten en cuenta que el ego es un combatiente muy resuelto.
He visto personas dispuestas a morir antes
que dejar de tener razón. He visto como acababan relaciones
maravillosas por la necesidad de ciertas personas
de llevar siempre la razón. Te propongo que te olvides
de esta necesidad impulsada por el ego parándote
en medio de una discusión para preguntarte: Que quiero?
Ser feliz o tener razón?.
Cuando eliges el modo feliz, cariñoso y espiritual,
se fortalece tu conexión con la intención. En última instancia,
estos momentos expanden tu nueva conexión
con la fuerza de la intención. La Fuente universal empezará
a colaborar contigo en la creación de la vida que la intención
quiere que lleves.
 
4. Libérate de la necesidad de ser superior.
La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor
que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes.
Céntrate en tu crecimiento, con constante conciencia
de que no hay nadie mejor que nadie en este planeta.
Todos emanamos de la misma fuerza vital.
Todos tenemos la misión de cumplir la esencia
para la que estamos destinados, y tenemos cuanto necesitamos
para cumplir ese destino.
Nada de esto es posible cuando te consideras
superior a los demás. No por viejo es menos cierto este dicho:
Todos somos iguales ante los ojos de Dios.
Olvídate de la necesidad de sentirte superior al ver a Dios
revelándose en todos. No valores a los demás basándote
en su aspecto, sus logros, posesiones y otras cuestiones
impuestas por el ego. Cuando proyectas
sentimientos de superioridad, eso es lo que te devuelven,
y te lleva al resentimiento y en última instancia
a sentimientos de hostilidad. Estos sentimientos se convierten
en el vehículo que te aleja de la intención.
El Curso de Milagros habla de esa necesidad de ser especial
y superior: El sentirse especial siempre establece comparaciones.
Se produce por una carencia que se ve en el otro
y que se mantiene buscando y no perdiendo de vista
las carencias que puede percibir.
 
5. Libérate de la necesidad de tener más.
El mantra del ego es más. Por mucho que logres o adquieras,
tu ego insistirá en que no es suficiente. Te verás luchando
continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar la meta,
pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo
decidir cómo utilizar el momento presente de tu vida.
Irónicamente, cuando dejas de necesitar más, parece
como si te llegara más de lo que deseas.
Como estás desapegado de esa necesidad, te resulta
más fácil transmitírselo a los demás, porque te das cuenta
de lo poco que necesitas para sentirte satisfecho y en paz.
La Fuente universal está satisfecha de sí misma,
en continua expansión y creando nueva vida,
sin intentar jamás aferrarse a sus creaciones
por sus recursos egoístas. Crea y se desliga.
Cuando te desligas de la necesidad del ego de tener más,
te unificas con la fuente. Creas, atraes lo que deseas hacia ti
y te desligas, sin exigir que se te presente nada más.
Si valoras todo lo que surge, aprendes la gran lección que nos dio
San Francisco de Asís: …es dar cuando recibimos. Al permitir
que la abundancia fluya hasta ti y a través de ti, estableces
correspondencia con la Fuente y aseguras
que esa energía siga fluyendo.
 
6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros.
Puede resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros
sois lo mismo. Dios escribe toda la música, Dios canta
todas las canciones, Dios construye todos los edificios.
Dios es la fuente de todos tus logros. Y ya oigo las protestas
de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea. Todo emana
de la Fuente. Tú y tu Fuente sois uno y lo mismo!
No eres ese cuerpo y sus logros.
Eres el observador fíjate en todo y agradece las capacidades
que te han sido concedidas, la motivación para lograr cosas
y las cosas que has acumulado, pero atribúyele todo el merito
a la fuerza de la intención que te dio la existencia
y de la que formas parte materializada. Cuanto menos necesites
atribuirte el merito de tus logros más conectado estarás
con las siete caras de la intención, más libre serás
de conseguir cosas, que te surgirán con más frecuencia.
Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estas consiguiendo
tu solo es cuando abandonas la paz y la gratitud de tu Fuente.
 
7. Libérate de tu fama.
La fama que tienes no está localizada en ti, sino en la mente
de los demás y, por consiguiente, no ejerces ningún control
sobre ella. Si hablas con treinta personas, tendrás treinta
famas distintas. Conectarse a la intención significa escuchar
los dictados de tu corazón y actuar basándote en lo que tu voz
interior te dice que es tu meta aquí. Si te preocupas demasiado
por cómo te van a percibir los demás, te habrás desconectado
de la intención y permitido que te guíen las opiniones de los demás.
Así funciona el ego. Es una ilusión que se alza entre ti
y la Fuerza de la intención.
No hay nada que no puedas hacer, a menos que te desconectes
de la fuerza y te convenzas de que tu meta consiste
en demostrarles a los demás tu superioridad y autoridad
y dediques tu energía a intentar ganar una fama extraordinaria
entre el ego de los demás. Haz lo que haces según la orientación
de tu voz interior, siempre conectada con tu Fuente
y agradecida a ella. Mantén tu propósito, deslígate de los resultados
y acepta la responsabilidad de lo que reside en ti:
tu carácter. Deja que otros discutan sobre tu fama;
no tiene nada que ver contigo.
O como dice el título de un libro:
Lo que pienses de mi no es asunto mío.
Wayne Dyer
Del libro "El poder de la intención"

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