Reflexión 288
Caperucita súper ingenua
Niña inocente como todas.
Su madre la envió por el bosque a casa de su abuela a llevarle comida.
Contenta caminaba.
Los pájaros hacían melodía con sus cantos.
Las flores aromatizaban su andar.
Llegó a la casa de la abuela.
Tocó la puerta.
Le abrió el lobo tal cual era, sin disfraz.
La niña se lanzó a sus brazos a darle besitos.
Valmore Vivas
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