En un vecindario,
dos vecinas compartían.
Una,
todas las mañanas, al amanecer iba a saludar a su vecina.
Le mostraba una sonrisa,
le deseaba buen día.
Todos los días lo hacia.
La otra vecina,
jamás iba a hacer lo mismo con su vecina.
Un día la vecina dejó de ir.
La otra vecina no le importó.
Luego otra semana dejó de ir dos días.
La otra vecina no le importó.
Así, poco a poco la vecina dejó de saludar todas las mañanas a su otra vecina.
De pronto un día,
la vecina ya no volvió a saludar a su vecina.
Moraleja:
El compartir es de dos,
es un dar y recibir mutuo.
Valmore Vivas
06 febrero 2013
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